CRIMENES SIN JUSTICIA EN EL ESTE DE LA REPÚBLICA DEMOCRÁTICA DEL CONGO.


    Así empezaron los disturbios de los dos kivus en el este del Congo Kinshasa.

  En abril de 1994 empezó el genocidio ruandés, un conflicto entre dos etnias mayoritarias de Ruanda: los tutsis y los hutus. Este conflicto acabará con la victoria de la rebelión tutsi. Los hutus escaparon para esconderse en el este de la República Democrática del Congo. Los hutus llegaron al Congo con armas y municiones. Todo el ejército del régimen hutu del antiguo presidente, asesinado mediante el accidente de su avión, cruzará la frontera del Congo para quedarse en la zona del Kivu norte y sur.
  Numerosos civiles cruzarán también la frontera, sobre todo mujeres y niños hutus huyendo de la rebelión tutsi, que acabó por tomar el poder de su país, y también la milicia mal reputada llamada “interamwe”, que ejerció su justicia sobre los hutus, acusados de genocidios sobre los tutsis.
  Hemos de decir que gracias a Francia, con su operación humanitaria llamada “turquoise” para proteger a los civiles, más de dos millones de personas cruzaron la frontera este de la República Democrática del Congo.
  Desde este momento, las zonas de los dos kivus, norte y sur, recibieron a los refugiados ruandeses, tanto a los militares como a los civiles, y así empezará la inseguridad. Fueron construidos varios campos de refugiados por Naciones Unidas en diferentes zonas, como el campo de Mungunga, Tingi-tingi, Mihanda, etc. Inundados por esta marea humana/ A causa de esta marea humana, rápidamente, las autoridades del estado se fueron desbordando. Dentro de esta confusión e incapacidad de gestionar las diferentes comunidades, nacieron los conflictos Inter. comunitarios. Efectivamente, en los dos Kivus viven también los tutsis y los hutus congoleños, y fueron confundidos dentro de este antagonismo entre tutsis y hutus. A través de este antagonismo el conflicto se exportará a la República Democrática del Congo. Es estado, siendo incapaz de proteger a los tutsis congoleños de los rebeldes hutus, intentaron organizarse para luchar contra esta amenaza. Formó su propia milicia para defenderse apoyado por el gobierno ruandés. Así empezará el ciclo de la violencia en los dos Kivus.
  En su informe del 7 de abril del 2014, la Radio Okapi de Kinshasa, emitiendo para las Naciones Unidas decía que: “A partir de este momento  - abril de 1994- los refugiados hutus armados se dispersaron en las zonas y empezaron las violaciones, ejecuciones y exacciones, que asombraron el destino de los pueblos en el desconcierto”.
  Para el nuevo gobierno ruandés tener al lado al antiguo ejército hutu deshecho es una amenaza, y para asegurarse apoyará a los rebeldes tutsis del Congo para combatir el régimen corrupto de Mobutu. Después de los primeros ataques de esta rebelión tutsi se constituirá un frente común de los rebeldes con el apoyo de Ruanda y Uganda, dirigido por Laurent Desiré Kabila que se llamó “Alianza de las fuerzas democráticas para la liberación del Congo Kinshasa”.


          Las masacres en los dos Kivus.

  Fue en Noviembre de 1996 cuando la ciudad de Bukavu, en el Kivu sur, fue conquistada por esta rebelión; una depuración étnica de la milicia tutsi congoleña apoyada por el ejército ruandés empezó . Bajo este pretexto de rebelión fueron masacrados los hutus: niños, mujeres, hombres válidos e inválidos, en los campos de Tingi-tingi, Mungunga, etc. La diputada europea Eva Joly fue la personalidad que denunció a la comunidad internacional esta limpieza inhumana que vivieron los hutus dentro de los campos de refugiados. 
Ella dijo en esta época que la comunidad internacional debería haber tomado decisiones para proteger a los civiles garantizando la seguridad de los campos de refugiados, pero esta propuesta nunca fue materializada.
Cuando la Alianza de fuerzas democráticas para la liberación del Congo Kinshasa alcanzó su objetivo de destituir a Mobutu del poder después de una guerra de siete meses, apareció una contabilidad macabra dentro de los campos de refugiados, que fueron obligados por las circunstancias a volver a Ruanda, o a huir cruzando la selva ecuatoriana a pie hasta algunos países del África central.
En el informe de Naciones Unidas sobre este caso de 1997, dirigido por el abogado chileno Roberto Garretón, se denuncia que hubo masacres y eso merece la apelación de crímenes contra la humanidad o genocidio. También Human Rights Watch y la Federación Internacional de los Derechos Humanos confirmaron tener la prueba material irrefutable de las masacres perpetradas por la Alianza de fuerzas democráticas para la liberación del Congo, en las que el actual presidente Joseph Kabila fue uno de los comandantes, con las fuerzas armadas patrióticas de Ruanda como actor también.

Una segunda investigación de la Comisión de las Naciones Unidas para la defensa de los Derechos Humanos se pronunció sobre la cuestión con la afirmación de que el hecho puede calificarse como un genocidio. Podemos deducir que es un genocidio de los tutsis contra los hutus: una respuesta del pastor a la pastora. Pero el gobierno congoleño negará la existencia de las masacres y pondrá objeciones a las conclusiones de estas investigaciones hasta que empieza el conflicto interno entre los protagonistas de la alianza. Los rebeldes tutsis de este frente se aliaron contra la LD Kabila con el apoyo del gobierno ruandés. A partir de este momento LD Kabila admitirá la existencia de masacres y atribuirá su paternidad al ejército ruandés; su tesis es similar a la de Rony Brauman, Stephen Smith y Claudine Vidal  -buscadora en el centro nacional de la búsqueda científica en París- , dentro de su artículo escrito en el año 2000: “ En Congo Kinshasa el frente popular ruandés ha desmantelado manu militari los campos de refugiados hutus que constituyeron una amenaza efectiva  y existencial, pero ha perseguido también, a lo largo de dos kilómetros de superficie en la selva  ecuatoriana a los civiles, casi dos cientos mil, que morirán de inanición, de enfermedades o de balas de las unidades especiales que les perseguirán.


       Cuando la cultura de la matanza se exporta al este del Congo.

  La segunda rebelión iniciada por los tutsis congoleños empezará a partir del 2 de agosto de 1998. Una guerra entre los protagonistas de la alianza que destituirá a Mobutu del gobierno.
  Apoyados por el gobierno ruandés los rebeldes tutsis y sus aliados ocuparon toda la parte este, y también allí se perpetuaron varias masacres de civiles con la complicidad del Ejército ruandés.
Destacan las masacres de millones de personas que morirán de hambre y enfermedades como dice el informe del International Rescue Commitee. Existe una categoría de masacres punitivas y organizadas por parte de las fuerzas armadas de la rebelión contra los civiles, como la masacre de Makobola en el Kivu sur, donde fueron ejecutadas casi quinientas personas en diciembre de 1998. Los ejemplos de esta matanza organizada para la rebelión de “Rassemblement congolais pour la démocratie”  son numerosos. El día 24 de agosto de 1998 fueron masacradas casi mil personas en la localidad de Kasika en Kivu sur. Los archivos demuestran que algunas de las personalidades de la zona dicen que fue una expedición punitiva del ejército ruandés contra el pueblo de Kasika.  Es un ejemplo lo que ha ocurrido en la parte este del Congo Kinshasa, donde se ha instalado una cultura macabra sin respeto a la vida humana, una inseguridad que sufre el pueblo con todas las formas de violación de derechos humanos.


    Una paz sin justicia en el nombre de la cohesión nacional.

  En 2005 entrevisté a un profesor de la universidad sobre la paz que tenemos con los acuerdos del 2003 para acabar con la guerra civil. Me decía que es una paz de impotencia.
  Ahora me doy cuenta de que tenía razón sobre toda la línea. Los políticos se amnistían sobre los crímenes la impunidad como regalo y ofreciéndose la paz de los fuertes. El pobre pueblo, víctima en primer lugar, se ve minimizado y sin derechos, aunque el título que le atribuye en la Constitución es de “primer soberano”. Estos crímenes se llaman crímenes de guerra y tienen un carácter imprescriptible, es decir, que nunca las consecuencias legales del gesto pueden desaparecer con el tiempo; nunca se olvidarán durante la vida de sus autores.
 La justicia tiene la obligación de aclarar este sucio periodo de esta guerra para establecer las responsabilidades individuales, y aliviar la conciencia de los diferentes pueblos de esta zona del país, frente a lo que consideran como una ceguera de las autoridades. Pedimos, como para Sierra Leona, que las Naciones Unidas puedan instalar un tribunal especial para juzgar todas las violaciones graves de derechos humanos en el Congo, sean de dentro o de la parte de los ejércitos de los países vecinos, y así el espíritu de justicia triunfará. Debemos de reclamar este tribunal para castigar a las autoridades de Ruanda y Uganda por su responsabilidad en la desestabilización que viven los pueblos del este del Congo.  
Pero el gobierno débil y cómplice que tenemos es incapaz de exigir a la Comunidad  Internacional un juicio penal contra las autoridades del Ruanda y Uganda porque la responsabilidad escondida también de algunos de sus miembros puede ser probada.

Esto sucede porque los congoleños no tienen un estado capaz de proteger sus intereses de vida. 
Su posición  preferida es el silencio y la aceptación de cualquier propuesta de paz, sin pensar realmente lo que significa como consecuencia sobre la salvaguardia de sus propios intereses nacionales. A veces me pregunto cuál es el interés nacional de nuestro gobierno. ¡No lo se! Hasta hoy los crimenes siguen sin un proceso judicial para aclarar y castigar los autores : una consecuencia de un estado impotente.







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